jueves, 29 de septiembre de 2011

Rueda que irás muy lejos, de Miguel Hernández

Rueda que irás muy lejos.
Ala que irás muy alto.
Torre del día, niño.
Alborear del pájaro.
Niño: ala, rueda, torre.
Pie. Pluma. Espuma. Rayo.
Ser como nunca ser.
Nunca serás en tanto.

Eres mañana. Ven
con todo de la mano.
Eres todo mi ser que vuelve
hacia su ser más claro.
El universo eres
que guía esperanzado.
Pasión del movimiento,
la tierra es tu caballo.
Cabálgala. Domínala.
Y brotará en su casco
su piel de vida y muerte,
de sombra y luz, piafando.
Asciende. Rueda. Vuela,
creador del alba y mayo.
Galopa. Ven. Y colma
el fondo de mis brazos.

Romance del Conde Niño, autor anónimo











Conde Niño por amores
es niño y pasó a la mar
va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras su caballo bebe,

él canta dulce cantar:
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar.
La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está:
- Levantáos Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
- No es la sirenita, madre,

la de tan bello cantar,
sino es el Conde Niño
que por mi quiere finar.
- Si por tus amores pena,
¡oh, mal haya su cantar!
y porque nunca los goce,
yo le mandaré matar.
- Si le manda matar madre,

juntos nos han de enterrar.
Él murió a la medianoche,
ella
a los gallos cantar;

a ella, como hija de reyes,
la entierran en el
altar;

a él, como hijo de conde
unos pasos más atrás.

De ella nació un rosal blanco,
de él nació un espino albar;
crece el uno, crece el otro,

los dos se van a juntar.
La reina llena de envidia
ambos los mandó cortar;

el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.
De ella naciera una garza
de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.