PAUTAS PARA EL COMENTARIO POÉTICO
Las siguientes pautas son necesarias para el mejor conocimiento de la poesía contenida en la antología que debe leerse en bachillerato. La antología es una muestra de buena parte de la poesía escrita a lo largo de la historia de la literatura castellana. Conocerla, saberla interpretar, tener los recursos precisos para extraer de ella su significado, es condición indispensable si se quiere llegar a tener una base mínima con la que llegar a selectividad preparado. No cabe recordar, por otro lado, que dicha base hay que sustentarla en un discurso sólido, bien cohesionado, sin faltas de ortografía, donde las ideas estén ordenadas y defendidas con criterio. Es por todo ello que creemos obligatorio seguir un método en el que importa tanto identificar según qué aspectos métricos o estilísticos, como la correcta lectura del texto que se os proponga. Las pautas, pues, son las siguientes:
- Lectura atenta del texto. Imprescindible. No se puede comentar un poema sin entenderlo de pe a pa. Cualquier palabra de la que desconozcamos el significado hay que buscarla en el diccionario. Si es una palabra de uso medieval o barroco, o que ya no está en uso, igualmente la hallaremos en alguno de los diccionarios que la RAE tiene para su consulta a través de Internet.
- Localización del texto.
- El autor. Toda obra, salvo excepciones, tiene un autor no anónimo. Conocer aspectos de su vida y de su labor literaria son casi siempre muy importantes, ya que pueden haber afectado de algún modo en su manera de entender la creación poética, o a la hora de escoger los temas de los que habla.
- El contexto social y cultural. Una obra literaria no es un hecho aislado que se da sin más. Es parte de un contexto en el que hallaremos datos históricos pero también culturales. Un autor es hijo de su tiempo, de un modo de ver las cosas, y ese tiempo y ese modo de mirar hay que conocerlos para que el significado del poema sea advertido en su totalidad.
- El poema en su obra. Todo poema es parte, junto a otros muchos, de una obra mayor a la que pertenece. Es preciso tener una idea de la obra, de los rasgos que la caracterizan, de la importancia que tiene en la obra completa, qué aporta, cuáles son sus novedades…
- Hay que identificar el género al que pertenece el poema. Si se trata de poesía épica o lírica, de tipo amoroso o meramente descriptivo, etcétera. En función del tipo que sea, su contenido variará sustancialmente. Hay que recordar que cada género presenta características propias que deben observarse en el texto.
- Contenido.
- Identificación del tema. Todo poema, por lo general, posee un tema que el autor desarrolla. Hay que encontrar ese tema, a veces incluido en el título, y ver de qué modo queda expuesto.
- Estructura del texto.
- División del poema en partes. Todo texto, sea o no literario, puede dividirse en partes. Partes que, en el caso de la poesía, no tienen por qué coincidir con la división estrófica. Cada parte amplifica o incide en algún aspecto del tema. Conviene dar un nombre a cada una de ellas y señalar los versos que ocupa para que, cuando hagamos mención en el comentario, pueda identificarse con facilidad.
- Expresión.
- Estructura métrica. Aquí hemos de echar mano a los conocimientos de métrica adquiridos en cursos anteriores. El cómputo silábico (sin olvidar las licencias métricas: sinalefa, sinéresis, hiato, diéresis…), el tipo de rima y de estrofa, son conceptos que hay que dominar y practicar, ya que son importantes en cualquier comentario poético que se realice.
- Figuras literarias. Junto con el ritmo y la rima, las figuras literarias logran que el lenguaje poético sea como es, distinto al común o al de la narrativa. Identificarlas demostrará un conocimiento provechoso de la materia. Aunque no se trata tanto de saber encontrar un hipérbaton o una metáfora, sino de saber por qué el autor los usa, ya que siempre tienen una razón de ser. Recuerda que las figuras literarias pueden agruparse en cuatro tipos según sean de orden, de repetición, de significado o de supresión.
El comentario de texto es una actividad utilísima para la mejor comprensión, para el mayor conocimiento de un autor o una época. No podemos quedarnos en la superficie, en la piel de las palabras. Éstas, al contrario de lo que pueda parecer, dicen más de lo que significan, pues tras ellas hay siempre una intención y un contexto al que se refieren. El lector no puede limitarse a ser un ente pasivo, está obligado a ver más allá del velo, a ser crítico con lo que se le ofrece. Leer con atención, buscar las trampas del lenguaje es una buena forma de hacer funcionar la mente y desarrollar de paso una competencia imprescindible para poder madurar. Lograrlo es cosa vuestra. Aquí nos limitamos a enseñaros cómo hacerlo.
El listado de poemas pertenecientes al siglo XX que deben trabajarse de cara a Selectividad es el siguiente:
Rubén Darío, “Canción de otoño en primavera”, de Cantos de vida y esperanza (1905).
Antonio Machado, “Campos de Soria”, de Campos de Castilla (1912)
Antonio Machado, “Proverbios y cantares”, XXIX, XLIV, de Campos de Castilla (1917)
Juan Ramón Jiménez, “Álamo blanco”, de Canción (1936)
Juan Ramón Jiménez, “Si yo, por ti, he creado un mundo para ti” (El nombre conseguido de los nombres), de Dios deseado y deseante (1949)
Pedro Salinas, “El alma tenías”, de Presagios (1924)
Jorge Guillén, “Más allá”, de Cántico (1928)
Gerardo Diego, “Río Duero, río Duero”, de Soria (1923)
Federico García Lorca, “La luna vino a la fragua”, de Romancero gitano (1927)
Federico García Lorca, “Ciudad sin sueño”, de Poeta en Nueva York (1929-30, publicado en 1940)
Dámaso Alonso, “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas)”, de Hijos de la ira (1944)
Vicente Alexandre, “Se querían”, de La destrucción o el amor (1935)
Rafael Alberti, “Si mi voz muriera en tierra”, de Marinero en tierra (1924)
Luis Cernuda, “Donde habite el olvido”, de Donde habite el olvido (1933)
Miguel Hernández, “Yo quiero ser, llorando, el hortelano”, de El rayo que no cesa (1936)
Gabriel Celaya, “La poesía es un arma cargada de futuro”, de Cantos iberos (1955)
Blas de Otero, “En el principio”, de Pido la paz y la palabra (1955)
Ángel González, “Para que yo me llame Ángel González”, de Áspero mundo, (1956)
José María Valverde, “En el principio”, de Ser de palabra (1976)
José Ángel Valente, “Si no creamos un objeto metálico”, de El inocente (1970)
Jaime Gil de Biedma, “Intento formular mi experiencia de la guerra”, de Moralidades (1966).
María Victoria Atencia, “Placeta de San Marcos”, de El coleccionista (1979)
No hay comentarios:
Publicar un comentario