lunes, 30 de agosto de 2010

Soneto XI, Garcilaso de la Vega

  Hermosas ninfas que, en el río metidas,
contentas habitáis en las moradas
de relucientes piedras fabricadas
y en columnas de vidrio sostenidas;
 
  agora estéis labrando embebecidas,             
o tejiendo las telas delicadas;
agora unas con otras apartadas,
contándoos los amores y las vidas;
 
  dejad un rato la labor, alzando
vuestras rubias cabezas a mirarme,               
y no os detendréis mucho según ando;
 
  que o no podréis de lástima escucharme,
o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá de espacio consolarme.


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